Celebrar las fiestas fuera del "molde de lo tradicional"


La celebración de las Fiestas generalmente es sinónimo de una gran mesa compartida con familiares y seres queridos. Sin embargo, por diferentes circunstancias de la vida no siempre esa imagen modelo puede reproducirse a la perfección.

Un caso por el estilo ocurre con las personas en situación de calle, que todas las noches buscan un refugio en el que conciliar el sueño y generar lazos con personas con las que sólo las une una cosa: sobrevivir a la calle.

Un ejemplo de ello ocurre en el centro barrial Tinku de Llavallol, en el que duermen y se alimentan cerca de 20 personas en situación de calle y que, por primera vez, pasarán las Fiestas este año como una familia construida por el destino de forma totalmente azarosa.

En diálogo con Info Región, Sebastián Ferrero, encargado del lugar, especificó que “las Fiestas como Navidad y Año Nuevo son fechas especiales, sinónimo de familiaridad” y que en Tinku los lazos tradicionales no son los que generan la unidad sino el hecho de “pasar por situaciones en común en medio de diferencias individuales”.

“Las relaciones que se dan acá dentro son como en cualquier familia. Hay momentos de alegría y también de tensión producto de las diferencias como cualquier tipo de relación social. Sin embargo, más allá de cualquier cosa hay un vínculo importante forjado por el desconocimiento y la lejanía entre cada uno, una distancia que se termina volviendo invisible”, apuntó.

En este marco, es importante comprender que las distintas circunstancias de la vida no deben ser una excusa para evitar la relación social con el “otro” y que la celebración, por más que no sea la “tradicional” puede traer tanta, igual o más alegría. “Siempre hay motivos para celebrar”, destacó.

“Lo que motiva a hacer todo esto es descubrir que el otro es una persona, intentando suspender el juicio sobre por qué se encuentra en esa situación y desnaturalizar así la realidad en torno a las problemáticas de cada uno. Cuando suspendes los prejuicios comprendes que el otro sigue siendo una persona que está arrasada por diferentes y múltiples motivos y que necesita y merece ser reconocido y respetado”, explicó.

Indicó que “los motivos por los que cada persona llega al lugar son muy variadas y que no hay un patrón común”. “Pueden ser excesos, delincuencia, desapego, abandono o rechazo por parte de su entorno en cualquiera de sus formas. Sin embargo, más allá de cualquier cosa todos acá se encuentran”, añadió Ferrero.

De esta manera y por primera vez en estos dos años y medio los visitantes nocturnos, los colaboradores del lugar y las familias de estos confluirán en una gran mesa, para recordarle a la comunidad que todo, absolutamente todo, es una construcción social.

El lugar. El espacio Tinku –en quechua “Encuentro”- es un lugar que funciona durante las noches como un hogar de tránsito para unas 20 personas en situación de calle, y durante el día (lunes, miércoles y viernes) como un centro barrial de contención social para un total de 50 chicos y chicas.

El centro, que está ubicado en el cruce de las calles Mercedes y Dean Funes, Llavallol, pertenece a Cáritas y a la comunidad diocesana de Lomas. Los actuales administradores utilizan el lugar desde hace más de dos años, de forma totalmente desinteresada y con el objetivo de dar una mano al otro.

Todos los martes, además, los voluntarios se hacen presentes en las calles de Lomas para dar un plato de comida a los más necesitados.

HPF de la Redacción de Info Región.