La familia Soriano sigue esperando respuesta de la Suprema Corte


Érica Soriano tenía 30 años y estaba embarazada de dos meses y medio al momento de su desaparición. La familia sigue sin saber qué pasó con ella y el único acusado por su muerte, Daniel Lagostena, permanece en libertad. Es por esto que la familia presentó un pedido a la Suprema Corte y espera una respuesta.

“Lo último que hicimos fue presentar un recurso en la Corte Suprema de Justicia de la Provincia porque es necesario detenerlo de nuevo”, señaló, en diálogo con Info Región, Esther, la mamá de Érica. Lagostena fue excarcelado en diciembre de 2012, había sido acusado de “homicidio y aborto en el contexto de violencia intrafamiliar”.

Además, la mamá de Érica explicó que no hay avances en la causa. “La última vez que estuve en la fiscalía fue para ver si se estaba investigando algo. Me dijeron que el caso no estaba archivado pero que no están haciendo nada, que lo único que hacen es, cada vez que aparece un cadáver, compararlo con mi ADN”, informó Esther.

“Vamos a esperar sentados la resolución (de la Suprema Corte) porque no podemos hacer muchas cosas en esta instancia”, lamentó la mujer, al tiempo que aclaró que la familia no baja los brazos y quiere saber qué pasó con Érica, quien estaba esperando un bebé de Lagostena. “Mi hija todavía no apareció y el psicópata sigue haciendo su vida”, fustigó Esther.

Érica fue vista por última vez el 20 de agosto de 2010, cuando salió de su casa a la de su madre, en Villa Celina. Érica nunca llegó a destino. Desde ese momento, se implementaron operativos y procedimientos, que incluyeron desde un “puerta a puerta”, para saber si algún vecino vio algo, hasta allanamientos en una cochería y el cementerio de Lanús. Incluso, se realizaron excavaciones para buscar el cadáver de la joven. Todo fue infructuoso y aún no se sabe qué pasó con ella.

La mamá de Érica encontró consuelo en la lucha para que no haya más Éricas y fundó “Prevení” asociación que trabaja problemáticas de violencia de género, un espacio creado para la asistencia, reflexión y contención de mujeres que sufren violencia de género. “Trabajamos con la gente, en su desarrollo personal y de las emociones porque el maltratador y la maltratada tienen baja autoestima”, explicó la mamá de Érica. “Somos millones los que tenemos que hacer lo que nos corresponde para que no haya más Éricas”, sentenció.