Cuarenta y seis años pasaron de aquel 17 de noviembre de 1972, Perón regresaba definitivamente a suelo argentino y los integrantes del movimiento peronista, que edificaron con lealtad el camino del retorno, inmortalizarían esta jornada, con su labor, como el Día del Militante.
Cuatro meses después de que del presidente de facto Alejandro Agustín Lanusse dijera que a Perón no le daba “el cuero” para volver, a las 11.20 de la mañana, el avión DC-8 de Alitalia aterrizaba en Ezeiza y minutos más tarde, acompañado por José Ignacio Rucci, el General volvía a pisar tierra argentina.
En los días previos del regreso, mediante una publicación en los medios nacionales, el Líder del peronismo dio cuenta de su decisión de volver “… con la mejor buena voluntad, sin rencores, que en mi no han sido nunca habituales, y con la firme decisión de servir, si ello es posible”.
Su retorno, tras 18 años de exilio, dio por cerrado el intento continuista de Lanusse y significó la apertura del proceso democrático, que permitiría el ascenso al poder de Héctor J. Cámpora en marzo de 1973.
Meses más tarde, en octubre de 1973, Perón asumía la tercera presidencia, con el 60 % de los votos, con el proyecto de establecer los principios de un modelo argentino, basado en la unidad. Sin embargo, las peleas intestinas y la complejidad de los tiempos que vendrían fueron un duro golpe para el tres veces presidente, que hacía su último esfuerzo por su patria.
En su último discurso, antesala de su final en esta tierra, el General se despedía de manera especial, afirmando el valor de ese pueblo militante: “Llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino”.
El Día del Militante nos lleva en retrospectiva a recordar y valorar la entrega de quienes han sufrido persecución, cárcel y el exilio, en aquellos años que fue proscripto el peronismo.
Esta jornada de recordación está dedicada a los que día a día ofrendan su esfuerzo en pos del bien común, tendiendo una mano sin mirar a quién, revalorizando la labor política. Esa tarea en muchas ocasiones es un camino de sinsabores.
El adoctrinamiento es también el legado de Perón, navegar en las aguas sin el consejo de los mayores, sería degastar el empuje de la juventud militante, repitiendo errores que conducen a la desintegración, a la pérdida de identidad.
Los “cuadros” militantes deben proliferar, conducidos hacia la reconstrucción de la identidad peronista. Recuperando la política como expresión única para la libertad de los pueblos y manteniendo viva la llama de la pasión argentina, con el incansable espíritu militante en pos de una comunidad que se realice, en democracia, con libertad e igualdad.
El Día del Militante merece celebrarse por los que creen y mantienen viva la esperanza de cambiar el mundo.
Antonio Arcuri
Ex Asesor General de Gobierno de la provincia de Buenos Aires
Ex Consejero del Partido Justicialista