Una París convulsionada fue la postal de este sábado. Una vez más, es esa y otras ciudades de Francia, los chalecos amarillos tomaron las calles para reclamar contra las políticas de Emmanuel Macron. Hubo represión, detenidos y heridos. Y la conflictividad social crece.
Pasado el mediodía, según consigna la agencia Télam, eran cerca de mil los detenidos durante las distintas protestas que se registraron en territorio francés. Decenas fueron los heridos.
Manifestantes salieron a las calles y la policía antidisturbios intentaba alejarlos del Arco del Triunfo. La avenida de los Campos Elíseos fue epicentro de la represión más violenta. La Policía utilizó gas lacrimógeno para dispersar a la multitud, que pudo acercarse a la zona tras un estricto control policial.
El secretario de Estado de Interior, Laurent Núñez, explicó poco antes del mediodía en una entrevista al canal France 2 que se llevaban contabilizados más de 700 detenidos en todo el país. Sin embargo, el canal de noticias BFM TV y los diarios Le Figaro y Le Parisien, citando fuentes policiales, elevaron la cifra a “cerca de 1.000 detenidos.
El pasado 4 de diciembre, el gobierno de Francia anunció el congelamiento de impuestos, tarifas y precios de combustibles. El primer ministro francés, Édouard Philippe, anunciaba ese día la suspensión de la suba de los precios del gas, la electricidad y de los combustibles con el objetivo de “apaciguar” las protestas de los llamados “chalecos amarillos”.
“Ningún impuesto merece poner en peligro la unidad de la nación”, dijo el premier francés mediante una declaración televisiva, tres días después de la protestas más violentas en París en muchos años, que dejaron un saldo de 412 detenidos y 263 heridos, de los cuales, 133 fueron en la capital. “Esta cólera, que viene de lejos y durante mucho tiempo, ha estado muda, hoy se expresa con fuerza y de forma colectiva. Habría que estar sordo y ciego para no verla y escucharla”, señaló.