El 19 de febrero se cumplieron dos años de la muerte de Umberto Eco, “l’uomo che sapeva tutto“ o el “humanista total” era un hombre que amaba las listas al punto tal que hasta les dedicó un trabajo: El vértigo de las listas.
Escritor, docente, filósofo nació en Alessandria, Italia un 5 de enero de 1932. Vaya una lista de sus dichos y escritos, no muy vertiginosa, por cierto, en homenaje al autor de -entre otros- Apocalípticos e integrados, El nombre de la rosa y El péndulo de Foucault.
“Hace frío en el scriptorium, me duele el pulgar. Dejo este texto, no sé para quién, este texto, que ya no sé de qué habla: stat rosa pristina nomine, nomina nuda tenemus.” (Adso de Melk)
“Los libros no se han hecho para que creamos lo que dicen, sino para que los analicemos. Cuando leemos un libro, no debemos preguntarnos qué dice, sino qué quiere decir.” (William de Baskerville)
“Los libros se respetan usándolos, no dejándolos en paz.”
“El narrador no debe facilitar interpretaciones de su obra, si no, ¿para qué habría escrito una novela, que es una máquina de generar interpretaciones?”
“Leer alarga la vida. Quien no lee solo tiene una vida y, se los aseguro, es poquísimo. En cambio nosotros, cuando moriremos, nos recordaremos de haber atravesado el Rubicón con César, combatido en Waterloo con Napoleón, viajado con Gulliver y encontrado a enanos y gigantes. Una pequeña compensación por la falta de inmortalidad.” “Los libros son esa clase de instrumentos que, una vez inventados, no pudieron ser mejorados, simplemente porque son buenos. Como el martillo, el cuchillo, la cuchara o la tijera.”
“De cualquier cosa que se estén ocupando hoy los medios masivos, la universidad ya se ocupó hace veinte años. Y aquello de lo que hoy se ocupa la universidad, será tratado por los medios masivos dentro de veinte años. Cursar bien la universidad quiere decir llevar veinte años de ventaja.”
“La lectura de los periódicos, como decía Hegel, es la oración de la mañana del hombre moderno. Y yo no consigo tomarme mi café de la mañana si no hojeo el diario; pero es un ritual casi afectivo y religioso, porque lo hojeo mirando los titulares, y por ellos me doy cuenta de que casi todo lo había sabido la noche anterior. Como mucho, me leo un editorial o un artículo de opinión. Esta es la crisis del periodismo contemporáneo. ¡Y de aquí no se sale!”
“Conocí muchos alumnos y alumnas que, después de una estancia en el extranjero, se casaron con una alumna o alumno local. Si se intensifica esta tendencia van a nacer niños bilingües y, en treinta años, podríamos tener una clase dirigente europea al menos bilingüe. Y no sería poca cosa.”
“La maquinaria que permite producir un texto infinito con un número finito de elementos existe desde hace milenios: es el alfabeto.”
“La computadora no es una máquina inteligente que ayuda a las personas estúpidas, sino una máquina estúpida que sólo funciona en manos de personas inteligentes”.
“Tenía 22 o 23 años cuando se publicó por primera vez Ficciones. Se habían hecho una 500 copias, prácticamente nadie se había dado cuenta. Entonces vino un poeta italiano (¿Sergio Sogni?), que me dijo: ‘Lea este libro. Es de un argentino que nadie conoce aquí’. Me enloqueció. Me pasaba noche y noches leyéndoselo a mis amigos. Me reconocí de inmediato en Borges. Fue un amor a primera vista.”
“La semiótica se ocupa de cualquier cosa que pueda considerarse como signo. Signo es cualquier cosa que puede considerarse como substituto significante de cualquier otra cosa. Esa cualquier otra cosa no debe necesariamente existir ni debe sustituir de hecho en el momento en que el signo la represente. En ese sentido, la semiótica es, en principio, la disciplina que estudia todo lo que puede usarse para mentir. Si una cosa no puede usarse para mentir, en ese caso tampoco puede usarse para decir la verdad: en realidad, no puede usarse para decir nada. La definición de ‘teoría de la mentira’ podría representar un programa satisfactorio para una semiótica general.”
“Existe una teoría singular de los orígenes del lenguaje en la obra de un pensador árabe del siglo Xl, lbn Hazm. Los lenguas no pueden haber nacido por convención, porque para establecer las reglas los seres humanos habrían tenido necesidad de una lengua precedente. Existió por lo tonta al principio una lengua dada por Dios, y tan rica de nombres y de sinónimos que a través de ella Adán ha podido nombrar sin ambigüedad todas las cosas del universo. Pero entonces esa lengua debe comprender todos las lenguas. Lo confusión que habría seguida no debería entonces responder a la invención de nuevas lenguas, sino a la fragmentación de aquella lengua única que existía ab initio, y en la que estaban contenidas todas las lenguas porvenir. El don recibido por Adán era el multilingüismo. Precisamente por esto todos los seres humanos son capaces de comprender la revelación, en cualquiera que sea la lengua en la que se expresen. En tal caso, y una vez más, Babel no representaría la herida de la que se debe sanar, sino el don primordial que debemos reconquistar.”