Escribí alguna vez acerca de como muchos buscan leer cosas que no comprenden -y que en la mayoría de los casos siquiera intuyen- para fingirse espíritus profundos. Generalmente, buscan rodearse de actores similares que con gravedad impostada asentirán a la repetición de cualquier sinsentido que venga rubricado como cita de autoridad.
Esa deformación que hace sospechar que cualquier cosa incomprensible es profunda culmina cuestionando hasta la Ley de Gravedad. Lo peligroso es que no la cuestiona con fundamentos científicos o filosóficos sino que lo hace por mera estupidez.
Como decía el excesivamente citado, poco leído y menos aún entendido Friedrich Nietzche: “Hay espíritus que enturbian sus aguas para hacerlas parecer profundas.” Es así que hay quienes buscan parecer en permanente estado de tormento espiritual y se escudan en un par de citas descontextualizadas y a las que despojaron -en su deliberada ignorancia- de toda su historicidad.
Son quienes olvidan lo que escribió el amigo Friedrich Wilhelm: “No hay razón para buscar el sufrimiento, pero si éste llega y trata de meterse en tu vida, no temas; míralo a la cara y con la frente bien levantada.”
Por el contrario, suelen enredarse en disquisiciones tan banales como inconducentes que los llevan inexorablemente a laberintos que no comprenden. Es que ignoran la profiláctica advertencia del teutón: “Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti.”