Estado con pandemia: finalidad y evolución durante las crisis


El Estado, organización jurídica bajo la cual la humanidad consiguió cierto acuerdo para convivir, una vez más debe afrontar una crisis y es puesto a prueba, en su evolución generó  discusiones según la propensión política del gobierno, a partir de la ampliación de sus funciones.

En occidente la generalidad es  la democracia con un abanico entre el libre mercado, con base preponderante de la propiedad privada, los de bases socialistas o vinculados al concepto de equidad con un pensamiento vinculado a las encíclicas de la Iglesia Católica.

En oriente aún persiste en los sistemas estatales una fuerte inclinación por la coordinación unificada, con origen  en tiempos que regía un emperador, muy distinto a occidente que fue motivado, por las ideas europeas quienes habían dejado atrás el poder concentrado en un rey.

El Estado a través  del tiempo fue ampliando su tarea, en el comienzo  primaba la idea de los liberales de la revolución  francesa, con su pensamiento puesto en la protección de la propiedad privada y la garantía de la separación de los poderes, determinando un rol limitado del estado, sin control sobre los individuos, como lo tuvo el rol del monarca.

Con las encíclicas papales, como Rerum Novarum, Quadragésimo Anno y Mater e Magister, por mencionar las principales, la Iglesia Católica pone el foco sobre los nuevos modos de producción y la protección de los trabajadores, muchos gobiernos tomaron estas ideas como motivadora de políticas que determina el nacimiento del estado de bienestar.

Los destinatarios del pensamiento de la Iglesia eran los empresarios, pero la realidad determina que el Estado debe asimilar los derechos para redunde en beneficio de la comunidad, esto fue tomado por algunos gobiernos a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, afirmándose a partir de mediados del siglo pasado.

Cuando Juan Domingo Perón caracteriza el pensamiento que lo conducirá en la obra estatal, deja en claro que la doctrina justicialista es humanista y cristiana, siguiendo las directrices de las  encíclicas.; esta declaración tan simple y clara, aún es cuestionada por quienes pretenden su re lectura o actualización.

A esta altura de los tiempos, tal cual dilucidara Perón, vivimos el universalismo; para los teóricos, la globalización. Más allá de las etapas históricas invariablemente el estado ha tenido respuesta para las crisis, fueran de salud como la actual de covid19, como las económicas; sin ir más lejos la que vivimos en el año 2008, peculiarmente salvo el sistema capitalista.

Noberto Bobbio en su libro Estado, gobierno y sociedad describía: “Hay una visión negativa del Estado, por el rol de controlador, pero a su vez, se le reconoce  el poder de organizar  la sociedad civil, donde se originan los conflictos. Allí dónde se entrecruzan los poderes influyentes, que crecen día a día por la globalización y las redes sociales”. 

El Estado absoluto en sus inicios contaba con un factor de poder, el económico. El sufragio universal permitió incorporar sectores medios y bajos en los gobiernos. En la actualidad observamos un amplio espectro de sectores influyentes,  el económico, organizaciones sociales, del cuidado del medio ambiente o el de mayor exposición actual, el feminismo.

Cuando el estado gana volumen es por la incorporación de nuevos derechos, los que fueron acompañando la evolución y advirtiendo los errores cometidos, como humanidad hemos encontrado solución en ellos, tanto para sancionar el  genocidio, como para proteger a los trabajadores, así como el cuidado del medio ambiente.

El rol del Estado invariablemente es atacado, pero su función es evidente, la carta magna contiene norma,  que agrupa la finalidad o sea el acuerdo social aceptado por la comunidad para guiarlos a un mejor destino.

Siguiendo este razonamiento, la gestión de un gobierno alcanza el particular goce de lo logrado, cuando la sociedad civil se ve reflejada en ella. Pues el gobierno colocó al Estado en la senda de ese gran acuerdo que le dio razón de ser, su constitución.

Decía Perón, el gobierno no puede ser la acción burocrática del trámite: el gobierno tiene que ser  más noble. Es por esto que era tan determinante al definir su doctrina, que es el alma del gobierno que conducirá el Estado, y afirmaba, es el punto de partida de la organización de una colectividad.

Parafraseando a Bobbio, soy parte de los conscientes que poco sabemos, y que mucha aprende dialogando con otros que saben más. En este caso rescato la encíclica Laudato Si del Papa Francisco, en la cual remarcaba lo mal que hace la humanidad en idolatrar al consumo.

Esta pandemia ha frenado la loca autodestrucción en la cual nos encaminábamos, a lo largo de esta cuarenta, pudimos recorrer el mundo en imágenes que evidenciaban cuan necesario era momento de calma. El aprendizaje nos está costando mucho dolor por los que sufren.

En momentos en que nos preparamos para salir de esta crisis, es bueno pensar en un estado  que tenga como finalidad, tal cual lo define el Papa Francisco, “dedicarse especialmente al servicio de la vida, especialmente de la vida humana, para ello se requiere del  diálogo entre la política y la economía”, o sea “redefinir el progreso”.