El teatro El Refugio de Banfield bajó el telón. Días después de su 22° aniversario, el espacio de Lomas de Zamora se vio obligado a ponerle punto final a su historia por la difícil situación que generó la pandemia de coronavirus en el ambiente cultural. “Estamos rotos”, lamentó su dueño, Daniel Bastias.
“Esta pandemia dejó en evidencia la precarización de todos los artistas y los espacios culturales. Venimos remando en dulce de leche hace años y ahora quedó más evidente que nunca, sobretodo con la ayuda del Estado que nunca llegó”, comentó Daniel, en diálogo con Info Región.
El último show, que no fue pensado como el último, fue el 7 de marzo. “Desde esa fecha no generamos ingresos”, explicó el hombre. La pandemia de coronavirus golpea a todos los espacios, pero a algunos los ataca más profundamente. “Al no tener la posibilidad de abrir de ninguna forma, pasó esto. Bancamos hasta que pudimos”, agregó Daniel.
Inclusive, semanas atrás, el centro cultural recurrió a sus seguidores, clientes y vecinos para tratar de evitar el cierre, que finalmente llegó. Vendían bonos solidarios, que representaban descuentos a futuro, para afrontar el pago de servicios y el alquiler.
“La verdad que estamos rotos. Para nosotros, si bien era un trabajo, lo hacíamos por una cuestión ideológica y de amor puro. Se nos va gran parte de nuestra vida con ese cartel que apareció en la persiana. Esto se hizo en base del amor y del grupo de amigos. Era juntarnos a hacer arte y cultura, con la idea de llevarnos algo a nuestra casa, pero ahora no podemos”, lamentó.
Daniel, en este sentido, comentó que desde el Instituto Nacional de Teatro llegó un subsidio en abril, pero que se “diluyó en deudas”. “Tuvimos el teatro abierto medio mes y ya habíamos pagado el alquiler, así que se fue. Con lo que entró se cubrieron los gastos de funcionamiento de marzo”, aclaró.
“Es un teatro que pagaba una fortuna de alquiler, y el resto de los meses no entró nada. Tanto el estado municipal como el provincial y el nacional conocen nuestra realidad, pero las ayudas no llegaron. Fueron sólo promesas”, remarcó.
Con el telón bajo, la posibilidad de que algún día se vuelva a levantar parece lejana, aunque no imposible. “No hay certeza de nada, quedamos paralizados. Yo me dedico a esto y todos lo hacemos. Sabemos que un Refugio igual no vamos a abrir, pero capaz podemos volver de otra manera”, comentó.
“El concepto que teníamos es imposible de volver a lograrlo. A nosotros nos llevó 22 años llegar a la síntesis del Refugio, tanto edilicia como tecnológicamente. Acá podía tocar cualquier banda, desde la del barrio hasta la consagrada que viene de Uruguay. Y eso fue el trabajo de un montón de años”, explicó Daniel.
Bastías reconoció a que a sus 47 “pensar en armar un espacio como el Refugio es imposible”, y prometió: “Volverá, pero no como el espacio que es, mucho más chico”. “Más allá de la pérdida que significa para nosotros, es una gran pérdida cultural”, reflexionó.