Son 16 los chicos que integran la “familia extendida” de la Fundación Fundabrigo de Monte Grande, en el partido de Esteban Echeverría, la cual aloja y acompaña a los chicos judicializados a la espera de una resolución en sus situaciones.
“Son chicos sin cuidados familiares, que llegan a nosotros por temas de maltrato, negligencia, abuso u otros. El espacio nuestro es como si fuera una familia extendida. Antes de la pandemia, asistían al colegio, a fútbol, a vóley, a patín, a hockey, iban a la psicóloga, a una pileta y hasta a una dentista privada. Ellos hacen una vida como si fuese una familia ampliada, aunque bien sabemos que no hay como la familia”, comentó Graciela Andreu, directora y fundadora del hogar, en diálogo con Info Región.
Con la llegada del coronavirus al país, las cosas se complicaron. Con algunos positivos dentro de las voluntarias, pasaron “momentos difíciles”, aunque “los nenes se encuentran bien”. “Las trabajadoras ya pudieron volver al trabajo y está el equipo completo. De a poco nos vamos acomodando. Los nenes siguen trabajando con la escuela a través de Zoom, estamos bien”, explicó.
“Desde un principio, nosotros apuntamos a abrir varias casas de abrigos con el objetivo de que los chicos estén como si fuera una familia numerosa. Les queremos dar sanación del cuerpo y alma, que es lo que necesitan. Son niños que padecieron de verdad. Los nenes se sanan con atención, amor y hay que estar para ellos”, comentó Graciela. Y agregó: “Los chicos viven como si estuvieran dentro de una casa. Están en condiciones de, si pueden salir, insertarse en una familia. Los chicos ya tuvieron un espacio donde fueron atendidos y estuvieron mimados. Y eso fue en beneficio de que estos chicos luego se sientan parte de una familia”.
Un susto en medio de la pandemia
El 16 de septiembre, por la madrugada, el hogar sufrió un robo. Delincuentes ingresaron por el patio, rompieron el alambre y : “Entraron por el patio, rompieron un alambre y se llevaron bicicletas, secarropa y alimentos. “Lo mas grave no fueron las cosas materiales sino sentirse violentados con un robo. Hicimos la denuncia y el municipio se portó muy bien con nosotros”, admitió la mujer.
Graciela remarcó que el hogar recibe donaciones de la comunidad y calificó como “impecable” esa situación. Tras el robo, la solidaridad afloró y en grande. “Se acercaron con donaciones de bicicletas, triciclos, alimentos, pero lo más hermoso es que sentimos el acompañamiento de nuestros vecinos y amigos”, admitió.
Las donaciones se pueden hacer en Azcuénaga 1004, entre Garzón y Reconquista, en Monte Grande, partido de Esteban Echeverría.
Una segunda casa
La titular del hogar señaló que apuntar a iniciar en los próximos días “una campaña por la segunda casa de abrigo”. “Hay muchísima necesidad, y muchísimos chicos necesitados de bacantes. Hay demasiados nenes en pocos hogares y no es bueno para ellos. Por eso esperamos la ayuda de la comunidad para poder encarar este nuevo proyecto”, concluyó.