La última factura que el Teatro Galpón Diablomundo recibió fue por más de 54 mil pesos. Acumula una deuda de los meses anteriores, aquellos en los que no hubo actividad. Desde el espacio cultural de Temperley advirtieron que no hubo una merma en las facturas de los últimos meses pese a que el espacio estuvo cerrado.
“No se prende ni una lamparita”, advirtió Quique Pagella, actor y referente del espacio a Info Región. “Mes a mes iban llegando facturas como si estuviésemos en actividad, cuando en realidad no se prende ni una lamparita ni nada”, explicó.
Durante estos siete meses, en los que el espacio tuvo la persiana metálica baja por el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO), se acumula una deuda de 54 mil pesos y la última boleta tiene un “aviso de suspensión”.
Desde el espacio aclararon que las diferencias con Edesur son de vieja data.
“Antes de la cuarentena, ya Edesur no nos hacía mediciones, lo que hacía era a ojímetro”, acusó Pagella. Es el medidor se encuentra en un pasillo y no se puede ver desde la calle; es decir, cuando algún representante de la empresa pasa para confirmar el número que indica el consumo real. “Cuando me enganchaban en el espacio, que raramente coincidamos, yo los hacía pasar al pasillo donde están los medidores y cuando sucedía eso, la factura venía de menor valor”, planteó.
Ante la situación, Quique comenzó a llamar a la empresa, pero no hubo respuesta. “‘Llamo al teléfono, me mandan a la web, me mandan mails, les contesto y me dicen que no he subido las fotos del medidor, se las subo de nuevo y no hay respuesta”, apuntó el referente del espacio cultural ubicado en la avenida Almirante Brown al 3.589.
“Llegamos a esta altura en la que estamos supuestamente debiéndoles 54 mil pesos a Edesur. Me llamaban para reclamarme el pago y cada vez que les explicaba (la situación) me decían que llame a este otro teléfono y a este otro”, se quejó. “La postura de ellos es ‘pague y después reclame’”, evaluó.
Pagella recordó que en diciembre pasado, antes de la pandemia, tuvieron un corte de luz que se extendió por 10 días. “Es el mes que más trabajamos”, sostuvo el referente del espacio cultura.
“Hice 11 reclamos y me decían que era una pieza importada, que tenían que mandarla a pedir”, señaló, y ante el hartazgo, contactó a un conocido que se desempeña en la empresa y “a la media hora tenía la cuadrilla en el teatro”. “Abrieron una caja, sacaron una pinza de la camioneta, tocaron algo y vino la luz”, completó.