El 27 de octubre comenzó el juicio unificado por los delitos de lesa humanidad cometidos en los centros de detención y exterminio El Pozo de Banfield, el Pozo de Quilmes y El Infierno de Avellaneda. Unos 18 represores son juzgados por casi 500 delitos. “Más tarde que temprano, la justicia llegará”, advirtieron desde HIJOS Lomas de Zamora.
En diálogo con Info Región, la referenta de H.I.J.O.S de Lomas de Zamora, Juana Eva Campero, expresó que “más tarde que temprano la justicia llegará”.
En la segunda audiencia del juicio, el ex director de investigaciones de la Policía de la provincia de Buenos Aires Miguel Etchecolatz se negó a declarar ante el Tribunal Federal Oral 1 de La Plata y justificó los crímenes. “Yo no maté, yo batí en combate, que es distinto”, dijo el represor que ya tiene varias condenas por los delitos de lesa humanidad cometidos durante los años de plomo.
“Etchetcolaz que dijo que fue una guerra, sosteniendo la teoría de los dos demonios victimizandose ante el tribunal diciendo que él tiene que ser juzgado por un tribunal militar, significa una gran falta de respeto hacia el tribunal, las víctimas y sobrevivientes”, alertó Campero.
Al margen de la indagatoria de los imputados, resaltó que “las sensaciones son diversas, que la justicia llegue es lo mejor que puede pasar a tantos años de espera”.
El juicio es virtual, motivo por el que no pueden estar frente a frente con los genocidas. Ella vio el juicio desde el espacio de memoria Ex pozo de Banfield, junto a HIJOS de Lomas de Zamora y compañeros de la mesa de trabajo del Ex pozo de Banfield.
Adelantó a este medio que la próxima audiencia, que se llevará a cabo el martes próximo, va a ser “muy fuerte”. “Vamos a escuchar los testimonios de Adriana Calvo, Nilda Eloy y Cristina Gioglio. Ahí vamos a escuchar lo que vivieron nuestras compañeras, la valentía con la que ellas relatan los hechos”, precisó.
EL JUICIO
El Tribunal Oral Federal 1 de La Plata comenzó a juzgar en octubre a 18 represores, entre ellos a Miguel Etchecolatz y el ex médico policial Jorge Berges por las torturas, homicidios y ocultamiento de menores en perjuicio de casi 500 víctimas alojadas en tres centros clandestinos de detención durante la última dictadura cívico-militar.
Son juzgados por los delitos cometidos contra casi 500 víctimas, dentro de las que se cuentan a los adolescentes secuestrados en La Noche de los Lápices. También se juzgará la sustracción, retención y ocultamiento de al menos siete bebés que estuvieron detenidos ilegalmente en el Pozo de Banfield.
El juicio continuará el próximo martes, cuando se resuelva si pueden ser indagados Ricardo Fernández y Eduardo Di Lío, tras lo cual se leerán los testimonios de víctimas sobrevivientes ya fallecidas, Adriana Calvo, Nilda Eloy y Cristina Di Gioglio.
LA HISTORIA DE JUANA CAMPERO
Juana nació en 1960, es hija de Juan Carlos Campero y Haydée García Gallo de Campero, tiene un hermano mayor Carlos Alberto y una hermana menor Griselda Haydée.
Juan Carlos, su papá, desde adolescente era militante peronista. Con el golpe de Estado de 1955 y la proscripción del peronismo, fue detenido pero recuperó la libertad nueve meses después. Tras su liberación, la familia se mudó a Capital Federal y luego a Lomas de Zamora donde se instalaron definitivamente y abrieron dos comercios como cuentapropistas.
En los ‘70 Juan Carlos se sumó a la agrupación Montoneros. En el año 1976 Carlos Alberto, el mayor de los hermanos de la familia, era delegado gremial de la fábrica en la que trabajaba como operario y Juana participaba del centro de estudiantes de su colegio secundario.
Juan Carlos, tras la asunción de Cámpora, regresó a trabajar en Ferrocarriles, donde se desempeñó hasta que fue detenido-desaparecido.
El 5 de enero de 1978 en la casa familiar de Lomas de Zamora secuestraron a Juan Carlos, a las horas volvieron por el resto de la familia, Juana junto a su madre, su hermano mayor y su cuñada fueron secuestrados. A los días Juana, su hermano y cuñada son liberados. “Entendí el para qué me dejaron en libertad y es poder colaborar con ellos (los chicos) y llevar la bandera de todos los viejos“, advertía Juana en una entrevista con Info Región en septiembre pasado.
La padres de Juana fueron vistos por última vez en El Campito, uno de los centros clandestinos que funcionaron en Campo de Mayo. Su padre y madre continúan desaparecidos.
En la actualidad Juana es madre de dos hijos y una hija, es abuela de tres nietas y un nieto, milita en HIJOS y trabaja en el área de Derechos Humanos de la Municipalidad de Lomas de Zamora.