La diputada nacional por el Frente de Todos Daniela Vilar presentó un proyecto de ley que impulsa la creación de un Plan Nacional de Gestión Menstrual Sustentable y un Observatorio de Gestión Menstrual. Es clave analizar el gasto para entender la desigualdad.
Vilar señaló que el proyecto parte de un diagnóstico inicial en el que la menstruación tiene impacto en la economía, la salud y el ambiente. “Es clave a la hora de analizar este tema tener en cuenta el componente de desigualdad”, planteó, al tiempo que detalló que “el gasto en toallitas y tampones representa en promedio un 10% del salario de las personas menstruantes”.
“En el caso de mujeres de bajos recursos, puede representar un costo muy alto para su ingreso mensual, en un contexto donde la pobreza está sumamente feminizada”, precisó la legisladora a Info Región, a la vez que indicó que “7 de cada 10 personas pobres son mujeres en nuestro país”.
“La gestión menstrual demanda acceso a agua limpia, instalaciones adecuadas, elementos seguros, lugar para la correcta eliminación de desechos, cuestiones que claramente no están garantizadas en todos los casos”, analizó.
“Según la Dirección Nacional De Economía y Género, el costo anual de la alternativa más barata de las presentadas, tampones en Precios Cuidados, equivale a un 49 por ciento de un ingreso medio mensual del decil más pobre”, reveló, y resaltó que “si se usan los productos más caros fuera de Precios Cuidados el costo anual puede ser hasta el 70 por ciento”.
Equivale al 34 por ciento del costo de la Canasta Básica Alimentaria (CBA), el 60 por ciento del monto de Asignación Universal por Hijo/a (AUH) y el 21 por ciento de un Ingreso Familiar de Emergencia (IFE).
Vilar hizo hincapié a la vez en el carácter ambiental y sustentable del plan, ya que “las toallitas y tampones tienen un fuerte impacto en el ambiente”. “Generan 132 mil toneladas de residuos no reciclables al año”, apuntó.
“Son residuos patógenos, que pueden filtrarse y contaminar aguas subterráneas, arroyos y lagos, produciendo problemas graves de salud. Esto deriva en un montón de nuevos problemas, que van desde el mal olor a la reproducción de bacterias, virus, hongos y parásitos transmisores de enfermedades, que empeoran la calidad de vida de las zonas aledañas que justamente suelen ser barrios vulnerables”, manifestó.
A la vez, precisó que a través del Observatorio de Gesitón Menstrual se busca “incentivar la generación de datos” acerca del impacto en la salud de los materiales que componen estos elementos de higiene, como por ejemplo el glifosato. “Tanto el feminismo como el ambientalismo son temas que llegaron para quedarse”, sentenció.
Remarcó que el proyecto busca que la generación de datos e información “sirvan de insumo para crear políticas públicas basadas en evidencia y diagnósticos certeros”. También propone campañas de difusión de todos los métodos que existen, sobre todo los sustentables que son los que menos difusión tienen”.
La diputada comentó que se busca que el Ministerio de Salud, el de Mujeres y Géneros y el de Economía trabajen coordinadamente desde diferentes aristas “para que este deje de ser un tema invisibilizado”. “La menstruación es un tema que sigue siendo tabú. Es algo que pasa, nos pasa a la mitad de la población mundial durante la mayor parte de nuestras vidas todos los meses, así que es muy importante que hablemos de esto”, señaló.
En la misma línea del proyecto propuesto por Vilar, los diputados por el Frente de Todos Nicolás Rodriguez Saá y Lucas Godoy presentaron un proyecto de “Ley integral de menstruación sostenible”.
El mismo busca incorporar al Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable dictaminado en la ley 25.673 el suministro gratuito de elementos de gestión menstrual, la incorporación de contenidos referidos a la menstruación y el cuidado de salud menstrual desde una perspectiva integral y promover el uso de los productos de gestión menstrual sostenible.
Ambos proyectos tienen más similitudes que diferencias, la principal es que el proyecto propuesto por Rodriguez Saá y Godoy busca que la aplicación se incorpore a un programa estipulado, mientras que el de Vilar apunta a instrumentar el proyecto a partir de crear un nuevo plan y un observatorio especializado.