Los hechos ocurridos este domingo en Brasilia, con el atentando a las instituciones de la república brasileña nos obligan a prestar atención en la fortaleza de la democracia. No es tiempo de mirar hacia otro lado y lo que en principio o con anterioridad podría parecer exagerado, o incluso lejano, ya no lo es. Los movimientos de extrema derecha están creciendo, como en algún momento crecieron los de ultraizquierda, con la prédica antidemocrática, invadiendo no solo la política, sino también la vida cotidiana.
En estas horas Brasil es un ejemplo de ello, al igual que lo sucedido hace dos años con la toma del Capitolio en Estados Unidos.
Si no queremos que esto suceda en nuestra sociedad y triunfen sectores reaccionarios dispuestos a destruir la convivencia democrática, es imprescindible fortalecer las instituciones, respetarlas y trabajar para que su funcionamiento se traduzca en una sociedad más justa, solidaria, libre y tolerante.
Nuestro país transitará este año 40 años ininterrumpidos de democracia, pero tiene en su memoria muchos episodios de quiebres institucionales, donde la ley y la razón dejaron paso a la fuerza de las armas y la sinrazón. Todos estamos llamados a cuidar lo que tanto costó construir en nuestro país y en Latinoamérica. Una vez más digamos como enseño Juan Domingo Perón: “Dentro de la ley, todo; fuera de la ley, nada”.