Desde Basta de Inundaciones, una agrupación de vecinos autoconvocados del este de Lomas de Zamora, Banfield y Temperley, advirtieron que las obras de drenaje desde el recientemente inaugurado paso bajo nivel Loria – Ayacucho, conducirán al agua desde el centro lomense hacia el arroyo entubado Galíndez lo cual podría derivar en la reiteración de los desbordes de ese curso de agua que asolaron esa zona causando cuantiosas pérdidas.
En ese sentido, desde la agrupación vecinal informaron que presentaron ante el Concejo Deliberante de Lomas de Zamora un pedido de exención del pago de la tasa municipal para que compense, al menos en parte, los gastos que generan las inundaciones.
Además, hicieron llegar a la intendente municipal, Marina Lesci, un pedido de acceso a la información pública para constatar “qué estudios de impacto ambiental se llevaron adelante para demostrar que el nuevo entubamiento que corre por debajo de la avenida Almirante Brown desde Ayacucho hasta Cerrito” para empalmar con el arroyo Galindez no aumentará el volumen de agua a un entubamiento sobresaturado y al que le falta mantenimiento.
El arroyo Galíndez y las inundaciones
El arroyo Galíndez, cuya cuenca nace en Almirante Brown y que circulaba a cielo abierto hasta que fue entubado en los años 30 del siglo pasado, pasa por Lanús por donde prosigue hasta Avellaneda para, finalmente, desembocar en el canal Sarandí y, de allí, al Río de la Plata.
El colectivo vecinal recalcó, también, que “sin haberse realizado obras de infraestructura sobre el arroyo Galíndez para aumentar su descarga, se llevan a cabo obras como el Desagüe Pluvial Conexión PBN Loria – Ayacucho” así como el Sistema de Desagües pluviales de la RP 49 entre Av. Hipólito Yrigoyen y Avda. Donato Álvarez” que, prevén, “según informes obrantes, realizados por organizaciones de la sociedad civil como Basta de inundaciones, “acortarían los tiempos de concentración y, por consiguiente, aumentarían el flujo de agua hacia lugares que ya sufren niveles muy elevados siendo que el conducto ya saturado no posee capacidad de descarga de lo que se pretende agregar”.
Al respecto, alertan que “ante lluvias de mediana a gran intensidad” sus propiedades establecidas quedarían -otra vez- bajo el agua pues las compuertas domiciliarias construidas serían sobrepasadas lo que les genera “daño patrimonial de sus bienes muebles a los vecinos afectados, además de la ansiedad y temor, cada vez que se anuncian tormentas”.
“En Lomas el arroyo está entubado en una sola celda, es decir un sólo caño, y en el empalme con Lanús a la altura de las calles Posadas y Acevedo se dividen en dos, aunque una está bloqueada y se habilita 200 metros más adelante, y a la altura del parque industrial de Avellaneda se abre a cuatro celdas”, explica a InfoRegión Florecia Mocchetti, referente y vocera de Basta de Inundaciones.
Didáctica, indica que “si bien la solución definitiva sería la construcción de un canal aliviador siguiendo la traza como se hizo con el arroyo Maldonado en la ciudad de Buenos Aires, hay obras paliativas que podrían morigerar la situación.” Y propone: “Una es el empalme entre la celda única y las dos celdas en Lanús, una propuesta que le acercaron a Néstor Grindetti, el jefe comunal lanusense, en 2016, y otra obra de menos envergadura que se podría encarar desde Lomas de Zamora que es la construcción de un bypass de 15 cuadras por Arenales que dividiría el escurrimiento del agua”.
Los costos de la inundación
Entre los inconvenientes que estas inundaciones siempre latentes, Mocchetti enumera que las propiedades están “devaluadas, venidas abajo y deterioradas”, y describe algunas de las obras que los vecinos debieron hacer a su costo sin contar todo lo que perdieron: “Todos los vecinos hicimos obras en nuestras casas más allá de lo que perdimos. “Tuve dos veces adentro 30 centímetros de agua que nos obligaron a cambiar camas, muebles, vanitori, alfombras.. a precio de hoy sería tal vez más un millón de pesos”, estima.
También recuerda que la inundación del 26 de mayo cuando a muchos vecinos le quedaron los autos bajo el agua: la electrónica de los coches, tapizados, airbags, ópticas constituyeron parte de la conversación vecinal de las víctimas que llenaron los talleres mecánicos para tratar de resucitar los autos.
A la hora de poner números a estos trabajos, los gastos se suman por miles: una bomba sumergible sale $ 47 mil; las exclusas alrededor de 150 mil, las compuertas metálicas adicionan otros 60 mil pesos.
“Todos pusimos compuertas, en mi casa hay dos bombas de achique, tenemos una válvula del pluvial para evitar que entre el agua de la calle por las rejillas; pusimos una válvula de retención y otra en la cloaca para evitar los desbordes”, enumera, y admite que hay mucha gente que ha conectado sus cloacales al entubamiento al igual que muchas industrias que vierten contaminantes en especial a la altura de Lanús y Avellaneda donde hay curtiembres..
Actualmente, Moccheti admite que, “por ahora”, en Lomas el agua circula porque los caños están limpios y que los que estaban obturados a causa de las conexiones clandestinas fueron limpiados en 2016 durante la gestión de María Eugenia Vidal en la provincia, una intervención que “limpió todas las celdas con lo que solucionó parte del problema porque, pese a que se inunda, el agua circula”.
“Tuvimos alguna reunión durante 2022, en la que los funcionarios que nos atendieron se comprometieron a llamarnos en 15 días. Pasó un año y aún estamos esperando”, se lamenta Mocchetti y concluye: “Este año es del fenómeno del Niño y pronostican lluvias intensas. Esperamos que no haya que vivir asustados ante cualquier nubarrón”.