El desafío del futuro frente a la pobreza y la indigencia del presente


No descubriremos nada nuevo si hablamos de la fuerte y persistente incidencia de la pobreza y la indigencia en la vida social, pero llama la atención que esta problemática, que pone en jaque no solo el presente sino el futuro de los argentinos, esté prácticamente ausente del debate público.

En estos días se produjeron dos hechos significativos en torno a la pobreza y los pobres. Por un lado, se conoció un nuevo informe sobre pobreza e indigencia del Observatorio de la Deuda Social Argentina que arroja indicadores muy preocupantes y por otro se celebró el Día de San Cayetano, en el que miles de fieles de todo el país se acercaron a los santuarios de todo el país de San Cayetano para pedir y agradecer al patrono del Pan y el Trabajo.

Los datos que dio a conocer el Observatorio de la Universidad Católica Argentina, en base a la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) publicados por el Indec, indican que la pobreza llegó al 54,9% y la indigencia al 20,3% de la población en el primer trimestre de 2024. Para el Conurbano bonaerense, donde habitan casi 11 millones de personas las tasas de pobreza e indigencia son del 62% y 25%, respectivamente.

Agustín Salvia, director del Observatorio, advirtió que “7 de cada 10 niños viven en un hogar pobre, mientras que 3 de cada 10 lo hacen en un hogar indigente, es decir, con ingresos que no cubren el valor de una Canasta Básica Alimentaria”; al tiempo que resaltó que más del 44% de los trabajadores residen en hogares pobres.

La elocuencia de estos datos explica las dificultades económicas que atraviesa el país que no son nuevas, se arrastran desde hace muchos años, pero que alcanzan niveles más que alarmantes.

En paralelo se celebró un nuevo Día de San Cayetano bajo el lema “Danos un corazón más solidario”, en el cual miles de fieles se movilizaron hacia los santuarios de todo el país para pedir por trabajo o agradecer tenerlo. La misa central se hizo en Liniers y estuvo a cargo del arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, donde le pidió al “amigo” santo que “nuestro bendito país sea una verdadera posada para todos, sin excluir a nadie”.

“No queremos pasar de largo frente a tantos heridos al borde del camino de la vida, frente a tantos rostros concretos, víctimas de la exclusión. Hay muchas maneras de pasar de largo: vivir ensimismados, desentenderse de los demás, ser indiferentes, o discutir en escritorios cifras de pobreza y de indigencia, esterilizadas de lágrimas y humanidad”, afirmó García Cuerva.

El arzobispo porteño aseguró que, “Un amigo no pasa de largo, no mira desde lejos; y esto no es un tema de ideologías o posturas partidarias; es un tema de estar o no cerca de la gente sencilla de a pie, la que se levanta temprano para ir a trabajar, la que lleva a los chicos a la escuela, la que la pelea todos los días para llevar el pan a la mesa familiar, la que sigue haciendo un esfuerzo enorme a pesar de todo”.

También se registró una multitudinaria marcha encabezada por la CGT, la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP), las dos CTA, organizaciones sociales y de derechos humanos desde la Iglesia de San Cayetano hasta la Plaza de Mayo, con la consigna de una “Jornada Multisectorial por Pan, Paz, Tierra, Techo y Trabajo para enfrentar el ajuste” del gobierno de Javier Milei.

Está claro que uno de los problemas más complicados de resolver que tiene la Argentina es la cristalización de la pobreza y la indigencia como síntoma de la deriva económica en la que nos encontramos al menos en los últimos 18 años, período que atraviesa varios gobiernos y que alcanza al actual.

No hay recetas mágicas para superar este atolladero, pero tampoco se ven desde el gobierno nacional acciones enfocadas en ayudar a las pequeñas y medianas empresas a salir de la profunda recesión. Para muestra basta un botón: el último índice de producción industrial manufacturero del Indec, correspondiente a mayo de 2024, muestra una caída de 14,8% respecto a igual mes de 2023.

El ajuste no puede ser eterna y tampoco puede recaer, como lo hace hasta ahora, en los sectores más vulnerables tanto del entramado productivo como social. No alcanza con advertirlo, es necesario que se asuman responsabilidades que van más allá de la denuncia o la resistencia. Desde la política, el principal partido de oposición con la necesaria renovación de ideas y dirigentes deben formularse propuestas concretas y posibles que muestren una opción distinta, con eje en la producción y el trabajo. No hacerlo sería resignar el futuro.