A pesar de que el presidente Javier Milei sostiene que la recesión económica “ya terminó” y que ya se ven las burbujas de “pedo de buzo” del prometido crecimiento económico, la realidad muestra que el sector de las pequeñas y medianas empresas (pymes) viene atravesando una situación muy complicada con cierres y despidos.
Según datos del Frente Productivo Nacional, en lo que va del año ya cerraron más de 16.500 pymes en el país. A este dato se le suma el cierre de 10.000 kioscos y almacenes y con la pérdida de 160.000 puestos de trabajo en el sector.
Los principales motivos de la crisis que atraviesa el sector se deben a la caída del consumo, el aumento de los costos de servicios y la dificultad para exportar debido a un dólar poco competitivo, indicadores que empeoraron con las políticas económicas impulsadas por la gestión libertaria.
Desde la Asociación de Empresarios y Empresarias Nacionales para el Desarrollo Argentino (ENAC) aseguran que la segunda mitad del año ha sido especialmente dura para las pymes. Entre julio y octubre, otras 6.500 empresas dejaron de operar, sumándose a las 10.000 que ya habían cerrado en el primer semestre.
La situación está vinculada a la continua contracción de la demanda interna, que golpea de lleno en las ventas de comercios minoristas y servicios. La Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) estima una caída del 13,2% en las ventas de comercios pymes, una cifra alarmante que refleja el impacto de la recesión sobre el consumo.
Consumo en baja y cierre de pymes: el círculo vicioso de la recesión
La falta de dinamismo en el mercado interno se evidencia también en el consumo de productos de primera necesidad, como ejemplo, el consumo de carne vacuna cayó un 12,3% en los primeros nueve meses del año, según un relevamiento de la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (Ciccra), alcanzando el nivel más bajo en 26 años.
La Confederación Federal PyME Argentina subraya que el costo de los servicios y los impuestos sigue siendo una carga insostenible para los pequeños empresarios, quienes además deben lidiar con una creciente competencia por parte de grandes corporaciones. Esta combinación de factores crea un círculo vicioso en el que la falta de ventas lleva al cierre de empresas, lo que a su vez impacta negativamente en el empleo y en el consumo, agravando aún más la recesión.