Ramón Carrillo falleció en Brasil el 20 de diciembre de 1956, han pasado 64 años y su figura se agiganta aún más con el paso del tiempo. Ha sido una guía permanente para el sanitarista argentino, desde la función pública realizó una tarea encomiable que dignificó al ser humano.
Un hombre dedicado a su profesión que alcanzó un notable desempeño en la carrera médica, fue neurobiólogo, neurocirujano, sanitarista. Su pensamiento y labor, lo llevaron a ocupar el Ministerio de Salud de la Nación en el gobierno de Perón.
Su humanismo, se traslucía en su profesión y en la forma de gestionar el ministerio, una de las frases que marcó el pensamiento de Carrillo es, “de nada sirven las conquistas de la técnica médica, si esta no puede llegar al pueblo por los medios adecuados”.
Fue perseguido e investigado por la Revolución Libertadora que tomó por la fuerza el gobierno del país en 1955, a tal punto que no podía disponer de sus bienes, pero nunca pudieron acusarlo de algún delito.
La tarea que llevó cabo Ramón Carrillo fue una revolución sanitaria, veintiún hospitales, que representan veintidós mil camas, además de policlínicos en Buenos Aires y otras provincias, en conjunto con la Fundación Eva Perón.
Además de permitir el acceso gratuito a la atención médica, para tratamientos y medicación, esto tuvo su correlato en la tarea que se llevó adelante en el denominado tren sanitario, se logró la erradicación del paludismo y otras epidemias, así como reducir en un 75% la muerte por tuberculosis.
Respecto de esta tarea que alcanzaba a toda la población y significaba una mejor calidad de vida, entre quiénes siempre fueron los olvidados de siempre, decía “No puede haber política sanitaria, sin política social”.
En este presente tan duro que atraviesa la población mundial por la pandemia del covid, es digno de destacar la figura de Ramón Carrillo, ya que representa un faro de guía, tanto por su labor, como su pensamiento puesto al servicio de la comunidad, para posibilitar una salud digna.